domingo, 30 de agosto de 2015

Cuánto dañan a la Iglesia los "católicos" que dan antitestimonio cristiano

Papa Francisco: Cuánto dañan a la Iglesia los "católicos" que dan antitestimonio cristiano


Foto: L'Osservatore Romano

VATICANO, 30 Ago. 15 / 11:00 am (ACI).- El Papa Francisco reflexionó sobre el Evangelio de hoy domingo durante el tradicional rezo del Ángelus en la Plaza de San Pedro y advirtió que muchos se proclaman católicos por cumplir los preceptos pero dañan a la Iglesia con un "antitestimonio cristiano".
El Pontífice explicó que "el Evangelio de este domingo presenta una disputa entre Jesús y algunos fariseos y escribas" quienes le recriminan transgredir las normas.
"La respuesta de Jesús tiene la fuerza de un pronunciamento profético: 'Ustedes dejan de lado el mandamiento de Dios, por seguir la tradición de los hombres'. Son palabras que nos colman de admiración por nuestro Maestro: sentimos que en Él está la verdad y que su sabiduría nos libra de los prejuicios".
El Papa Francisco advirtió que "con estas palabras, Jesús quiere poner en guardia también a nosotros, hoy, del considerar que la observancia exterior de la ley sea suficiente para ser buenos cristianos".
"Existe también para nosotros el peligro de creernos en lo correcto, o peor, mejores de los otros por el sólo hecho de observar las reglas, las usanzas, también si no amamos al prójimo, somos duros de corazón, somos soberbios y orgullosos. La observancia literal de los preceptos es algo estéril si no cambia el corazón y no se traduce en actitudes concretas: abrirse al encuentro con Dios y a su Palabra, buscar la justicia y la paz, socorrer a los pobres, a los débiles, a los oprimidos".
"Todos sabemos: en nuestras comunidades, en nuestras parroquias, en nuestros barrios, cuánto daño hacen a la Iglesia y son motivo de escándalo, aquellas personas que se profesan tan católicas y van a menudo a la iglesia, pero después, en su vida cotidiana descuidan a la familia, hablan mal de los demás, etc. Esto es lo que Jesús condena porque es un antitestimonio cristiano", agregó.
El Santo Padre indicó que "no son las cosas exteriores las que nos hacen o no santos, sino el corazón que expresa nuestras intenciones, nuestras elecciones y el deseo de hacerlo todo por amor de Dios. Las actitudes exteriores son la consecuencia de lo que hemos decidido en el corazón. No al revés".
"Si el corazón no cambia, no somos buenos cristianos. La frontera entre el bien y el mal no pasa fuera de nosotros sino más bien dentro de nosotros, podemos preguntarnos: ¿dónde está mi corazón? Jesús decía: 'tu tesoro está donde está tu corazón'. ¿Cúal es mi tesoro? ¿Es Jesús y su doctrina? Entonces el corazón es bueno. O el tesoro ¿es otra cosa? Por lo tanto, es el corazón el que debe ser purificado y debe convertirse".
"Sin un corazón purificado, no se pueden tener manos verdaderamente limpias y labios que pronuncian palabras sinceras de amor - todo tiene un doblez, una doble vida-, labios que pronuncian palabras de misericordia, de perdón. Esto lo puede hacer solamente el corazón sincero y purificado", dijo.
Finalmente, invitó a los fieles pedir al Señor, "por intercesión de la Virgen Santa, darnos un corazón puro, libre de toda hipocresía. Este es el adjetivo que Jesús da a los fariseos: 'hipócritas', porque dicen una cosa y hacen otra. Un corazón libre de hipocresía, para que seamos capaces de vivir según el espíritu de la ley y alcanzar su finalidad, que es el amor".
Fuente: AciPrensa
Publicado por: O.Revette
30/08/2015 2:05pm
Apostolado de Comunicación Social de la
Pastoral Familiar San Carlos Borromeo

miércoles, 26 de agosto de 2015

LA MISIÓN DE LA FAMILIA

Papa Francisco explica la gran misión de la familia


El Papa bendice a una familia (Foto L'Osservatore Romano)

VATICANO, 17 Dic. 14 / 10:28 am (ACI).- El Papa Francisco quiere que toda laIglesia, con todos sus fieles, se involucre en la oración y la reflexión que acompañan el camino hacia el Sínodo de la Familia del próximo octubre. Es lo que expresó en la catequesis durante la Audiencia General en la Plaza de San Pedro.
El Pontífice aseguró que la gran misión de la familia es “hacer lugar a Jesús que viene, recibir a Jesús en la familia, en la persona de los hijos, del marido, de la esposa, de los abuelos, porque Jesús está allí. Recibirlo allí, para que crezca espiritualmente en esa familia”.
Ya en la semana pasada, el Pontífice explicó que a partir de ahora, todas las audiencias generales las dedicaría a hablar de la familia. Un “don” que “el Señor hizo al mundo desde el principio” y que “Jesús ha confirmado y sellado en su Evangelio”. 
Para hablar de la familia, en esta ocasión tomó como modelo el nacimiento de Jesús en Belén, que se celebrará dentro de una semana. 
El Papa aseguró que, al igual que sucedió en Nazaret con la vida de Jesús, también en la de cada persona se puede “hacer que se transforme en normal el amor y no el odio, hacer que se transforme común la mutua ayuda, no la indiferencia o la enemistad”. 
Aprovechó la catequesis para dar algunos consejos a las familias cristianas: “acoger a Jesús, escucharlo, hablar con Él, custodiarlo, protegerlo, crecer con Él; y así mejorar el mundo”.
El Santo Padre invitó también a hacer espacio “en nuestro corazón y en nuestras jornadas al Señor”, como lo hicieron también María y José. Pero “no fue fácil: ¡cuántas dificultades tuvieron que superar! No era una familia fingida, no era una familia irreal. La familia de Nazaret nos compromete a redescubrir la vocación y la misión de la familia, da toda familia”.
El Papa dijo luego que “la encarnación del Hijo de Dios abre un nuevo inicio en la historia universal del hombre y de la mujer. Y este nuevo inicio acaece en el seno de una familia, en Nazaret. Jesús nació en una familia. Él podía venir espectacularmente, o como un guerrero, un emperador…No, no. Viene como un hijo de familia, en una familia. Esto es importante: mirar en el pesebre esta escena tan bella”.
Subrayó asimismo que “Dios ha elegido nacer en una familia humana, que ha formado Él mismo. La ha formado en un apartado pueblo de la periferia del Imperio Romano. No en Roma, donde estaba la ciudad capital del Imperio, no en una gran ciudad, sino en una periferia casi invisible, o mejor dicho, más bien de mala fama”. 
Francisco recordó que “Jesús permaneció en esa periferia por más de treinta años”, tal y como cuenta el evangelista San Lucas.
“'Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia, delante de Dios y de los hombres'. No se habla de milagros o curaciones, de predicaciones –no hizo ninguna en aquel tiempo– no se habla de predicaciones, de muchedumbres que se aglomeran; en Nazaret todo parece suceder 'normalmente', según las costumbres de una pía y trabajadora familia israelí”.
El Pontífice reflexionó sobre los 30 años que pasó Jesús en Nazaret: “los caminos de Dios son misteriosos. ¡Pero aquello era importante, allí estaba la familia! ¡Y eso no era un desperdicio, eh! Eran grandes santos: María, la mujer más santa, inmaculada, y José, el hombre más justo. La familia”.
El Papa explicó que los Evangelios no hablan nada de la adolescencia de Jesús y dejan esta labor a “nuestra afectuosa meditación”. La Virgen María y San José son dos ejemplos para la familia, para padres y madres: “¡Cuánto las mamás podrías aprender de los cuidados de María por el hijo! ¡Y cuánto los papás podrían ganar del ejemplo de José, hombre justo, que dedicó su vida a sostener y a defender el niño y la esposa – su familia – en los momentos difíciles!”
Los jóvenes también “podrían ser alentados por Jesús adolescente a comprender la necesidad y la belleza de ¡cultivar su vocación más profunda y de soñar a lo grande!”
Fuente: AciPrensa
Publicado por: O.Revette
26/08/2015 5:51pm

La familia cristiana y el matrimonio nunca fueron tan atacados como ahora

Papa Francisco: La familia cristiana y el matrimonio nunca fueron tan atacados como ahora


Los miembros de Schoenstatt en la audiencia con el Papa (Foto Petrik Bohumil)

VATICANO, 27 Oct. 14 / 10:03 am (ACI).- “La familia cristiana, la familia, elmatrimonio, nunca fue tan atacado como ahora. Atacado directamente o atacado de hecho”, dijo el Papa Francisco en la audiencia que sostuvo el fin de semana con el movimiento católico Schoenstatt que ha cumplido 100 años de fundación.
Así lo indicó el Santo Padre ante una pregunta de los miembros de Schoenstatt sobre la mejor manera de acompañar a los matrimonios y las familias, considerando además que el Sínodo de la Familia acaba de concluir el pasado 19 de octubre en el Vaticano.
A continuación y gracias a Radio Vaticano, la respuesta completa del Santo Padre:
“Dentro del problema que ustedes tocan para hacer las preguntas, hay una cosa muy triste, muy dolorosa. Pienso que la familia cristiana, la familia, el matrimonio, nunca fue tan atacado como ahora. Atacado directamente o atacado de hecho. Puede ser que me equivoque. Los historiadores de la Iglesiasabrán decirnos, pero que la familia está golpeada, que a la familia se la golpea, y a la familia se la bastardea como bueno, si es una manera más de asociación, pero se puede llamar familia a todo, no.
Además, cuánta familia herida, cuánto matrimonio deshecho, cuánto relativismo en la concepción del sacramento del matrimonio. En su momento ya sea desde el punto de vista sociológico, que ve, desde el punto de vista de los valores humanos, como desde el punto de vista del sacramento católico, del sacramento cristiano, de una crisis de la familia. Crisis porque le pegan de todos lados y queda muy herida.
Entonces claro, no queda otra que hacer algo. Entonces tu pregunta, ¿qué podemos hacer?: Sí podemos hacer buenos discursos, declaraciones de principios, a veces hay que hacerlo, ¿no cierto?. Las ideas claras. Miren esto que ustedes están proponiendo no es matrimonio. Es una asociación. Pero no es matrimonio. O sea a veces hay que decir cosas muy claras. Y eso hay que decirlo. Pero la pastoral de ayuda solamente en este caso tiene que ser cuerpo a cuerpo. O sea acompañar. Y esto significa perder el tiempo. El gran maestro de perder el tiempo es Jesús, ¿no? Ha perdido el tiempo acompañando, para hacer madurar las conciencias, para curar heridas, para enseñar.
Acompañar ese hacer camino juntos.
Evidentemente que se ha devaluado el sacramento del matrimonio y del sacramento inconscientemente se fue pasando al rito. La reducción del sacramento al rito. Entonces se da que el sacramento bueno es un hecho social, sí con, religioso, no cierto, bautizados, pero lo fuerte es lo social. Cuántas veces yo he encontrado aquí, en la vida pastoral, ¿no? Gente que no, no, y ¿por qué no te casás? Están conviviendo ¿por qué no te casás? No, es que… hacer la fiesta, esto, no tenemos dinero. Entonces lo social cubre lo principal que es la unión con Dios no.
En Buenos Aires me acuerdo que unos curas me dieron la idea de hacer el matrimonio a cualquier hora. Porque normalmente se hace un jueves, un viernes, el matrimonio civil, y el sábado el matrimonio sacramental. Y claro no podían hacer frente a los dos actos porque siempre hay algún festejo en el primero. Entonces estos curas muy pastores para ayudar a esto: “a la hora que quieran”. Terminaba la ceremonia civil, pasaban por la parroquia, matrimonio eclesiástico, o sea es un ejemplo de facilitar, facilitar la preparación. No se puede preparar novios al matrimonio con dos encuentros, con dos conferencias. Eso es un pecado de omisión de nosotros, los pastores y los laicos que realmente están interesados en salvar a la familia.
La preparación al matrimonio tiene que venir de muy lejos. Acompañar novios. Acompañar, pero siempre cuerpo a cuerpo y preparar. Saber qué es lo que van a hacer. Muchos no saben lo que hacen y se casan sin saber qué significa. Las condiciones. Qué prometen. Sí, sí, todo está bien pero no han tomado conciencia de que es para siempre. Y esto, ponele encima esta cultura de lo provisorio que estamos viviendo, no sólo en la familia, sino también entre los curas, no.
Me decía un obispo que se le presentó un muchacho excelente, y que quería ser cura pero no más por diez años y después volver… Es la cultura del provisorio. Es a tiempo. El “para siempre” es como que se olvida. Hay que recuperar muchas cosas en la familia herida de hoy día. Muchas cosas. Pero no escandalizarse de nada de lo que sucede en la familia. Los dramas familiares, destrucciones de familias, los chicos, no.
En el Sínodo un obispo se hizo esta pregunta: ¿somos conscientes nosotros los pastores de lo que sufre un chico cuando los papás se separan? Son las primeras víctimas. Entonces cómo acompañar a los chicos. Cómo ayudar a los padres que se separan a que no usen de rehenes a los chicos.
Cuántas psicologías pseudopatológicas de gente que destruye con la lengua a los demás vienen de haber sido educados del papá hablando mal de la mamá y de la mamá hablando mal del papá. Son cosas que hay que acercarse a cada familia, acompañar, o sea que tengan conciencia de lo que hacen y hay situaciones variadas hoy día. ¿No?
No se casan, se quedan en su casa. Tienen su novio o su novia pero no se casan. Una mamá me decía ¿Padre qué puedo hacer para que mi hijo que tiene 32 años se case? Bueno primero que tenga novia, señora. Sí, sí, tiene novia pero no se casa. Y bueno señora si tiene novia y no se casa, no le planche más las camisas, a ver si así se anima ¿no?
Es decir, cuántos hay que no se casan. Conviven totalmente o como yo he visto en mi misma familia, convivencias part-time. De lunes a jueves con mi novia y de viernes a domingo con mi familia. O sea, son nuevas formas totalmente destructivas, limitadoras de la grandeza del amor del matrimonio. ¿No?
Bueno y como eso vemos tanto, convivencias, separaciones, divorcios, por eso la clave que puede ayudar es “cuerpo a cuerpo” acompañando, no haciendo proselitismo, porque eso no resulta. Acompañarlos. Paciencia, paciencia. Y una palabra hoy, una actitud mañana, no sé. Les sugiero eso”.
Fuente: AciPrensa
Publicado por: O.Revette
26/08/2015 5:48pm

oración en la familia

Catequesis del Papa Francisco sobre la oración en la familia


Foto Daniel Ibáñez / ACI Prensa

VATICANO, 26 Ago. 15 / 10:13 am (ACI).- El Papa Francisco prosiguió suscatequesis sobre la familia y esta vez reflexionó sobre el lugar de la oración de la que el núcleo familiar es la más importante escuela.
A continuación y, gracias a Radio Vaticano, el texto completo de la catequesis de hoy
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Después de haber reflexionado sobre cómo la familia vive los tiempos de la fiesta y del trabajo, consideramos ahora el tiempo de la oración. La queja más frecuente de los cristianos consiste precisamente en el tiempo: ‘Debería rezar más…: quisiera hacerlo, pero a menudo me falta el tiempo’. Lo escuchamos continuamente.
La pena es sincera, ciertamente, porque el corazón humano busca siempre la oración, incluso sin saberlo; y si no la encuentra, no tiene paz. Pero para que se encuentren, es necesario cultivar en el corazón un amor ‘cálido’ por Dios, un amor afectivo.
Podemos hacernos una pregunta muy sencilla. Está bien creer en Dios con todo el corazón, está bien esperar que nos ayude en las dificultades, está bien sentir el deber de agradecerle. Todo bien. Pero ¿Queremos también un poco al Señor? ¿El pensamiento de Dios nos conmueve, nos asombra, nos enternece?
Pensamos en la formulación del gran mandamiento, que sostiene todos los otros: ‘Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu espíritu y con todas tus fuerzas’ (Dt 6,5; cfr Mt 22, 37). La fórmula usa el lenguaje intenso del amor, derramándolo en Dios. Entonces el espíritu de oración vive principalmente aquí. Y si vive aquí, vive todo el tiempo y no se va nunca. ¿Logramos pensar en Dios como la caricia que nos tiene en vida, antes de la cual no hay nada? ¿Una caricia de la cual nada, ni siguiera la muerte, nos puede despegar? ¿O lo pensamos solamente como el gran Ser, el Todopoderoso que ha hecho cada cosa, el Juez que controla cada acción? Todo es verdad, naturalmente. Pero sólo cuando Dios es el afecto de todos nuestros afectos, el significado de estas palabras se hace pleno. Entonces nos sentimos felices, y también un poco confundidos, porque Él piensa en nosotros. Pero sobre todo ¡nos ama! ¿No es impresionante esto? ¿No es impresionante que Dios nos acaricie con amor de padre? Es muy bello, muy bello.
Podía simplemente darse a conocer como el Ser supremo, dar sus mandamientos y esperar los resultados. En cambio Dios ha hecho y hace infinitamente más que eso. Nos acompaña en el camino de la vida, nos protege, nos ama.
Si el afecto por Dios no enciende el fuego, el espíritu de la oración no calienta el tiempo. Podemos también multiplicar nuestras palabras, ‘como hacen los paganos’ decía Jesús; o también mostrar nuestros ritos, ‘como hacen los fariseos’ (cfr Mt 6,5.7). Un corazón habitado por el afecto por Dios convierte en oración incluso un pensamiento sin palabras, o una invocación ante de una imagen sagrada, o un beso enviado hacia la iglesia. Es bello cuando las madres enseñan a los hijos pequeños a mandar un beso a Jesús o a la Virgen. ¡Cuánta ternura hay en eso!
En aquel momento el corazón de los niños se transforma en lugar de oración y es un don del Espíritu Santo. ¡No olvidemos nunca pedir este don para cada uno de nosotros! Porque el Espíritu de Dios tiene su modo especial de decir en nuestros corazones ‘Abbà’, es decir, ‘Padre’, nos enseña a decir padre, del mismo modo como lo decía Jesús, un modo que no podremos nunca encontrar solos (cfr Gal 4, 6).
En familia se aprende a pedir y apreciar ese don del Espíritu. Si lo aprendes con la misma espontaneidad con la cual aprendes a decir ‘papá’ y ‘mamá’, lo has aprendido para siempre. Cuando esto sucede, el tiempo de la entera vida familiar viene envuelto en el vientre del amor de Dios, y busca espontáneamente el tiempo de la oración.
El tiempo de la familia, lo sabemos bien, es un tiempo complicado y lleno de gente, ocupado o preocupado. Siempre es poco, nunca basta, hay tantas cosas por hacer. Quien tiene una familia aprende pronto a resolver una ecuación que ni siquiera los grandes matemáticos saben resolver: ¡dentro de las veinticuatro horas hace entrar el doble! Es así eh. ¡Existen mamás y papás que podrían ganar el Nobel por esto! ¿eh? ¡En 24 horas hacen 48! No sé cómo hacen pero se mueven y hacen, hay tanto trabajo en familia.
El espíritu de la oración restituye el tiempo a Dios, sale de la obsesión de una vida a la cual le falta siempre el tiempo, reencuentra la paz de las cosas necesarias y descubre la alegría de los dones inesperados.
Buenas guías para esto son las dos hermanas Marta y María, de quienes habla el Evangelio que hemos escuchado; ellas aprendieron de Dios la armonía de los ritmos familiares: la belleza de la fiesta, la serenidad del trabajo, el espíritu de oración (cfr Lc 10, 38-42). La visita de Jesús, a quien querían bien, era su fiesta. Sin embargo un día Marta aprendió que el trabajo de la hospitalidad, si bien es importante, no es todo, pero que escuchar al Señor, como hacía María, era la cosa verdaderamente esencial, la “parte mejor” del tiempo.
Que la oración brote de la escucha de Jesús, de la lectura del Evangelio, no olviden, cada día leer un pasaje del Evangelio. Que la oración brote de la confianza con la Palabra de Dios. ¿Hay esta confianza en nuestra familia? ¿Tenemos en casa el Evangelio? ¿Lo abrimos alguna vez para leerlo juntos? ¿Lo meditamos rezando el Rosario? El Evangelio leído y meditado en familia es como un pan bueno que nutre el corazón de todos. Y en la mañana y en la noche, y cuando nos sentamos en la mesa, aprendemos a decir juntos una oración, con mucha sencillez: es Jesús que viene entre nosotros, como iba en la familia de Marta, María y Lázaro.
Una cosa que tengo en el corazón, que he visto en las ciudades: ¡hay niños que no han aprendido a hacer la señal de la Cruz! Tú mamá, papá, enseña al niño a rezar, a hacer la señal de la Cruz, esta es una tarea bella de las mamás y de los papás.
En la oración de la familia, en sus momentos fuertes y en sus pasajes difíciles, somos confiados los unos a los otros, para que cada uno de nosotros en familia sea cuidado por el amor de Dios. Gracias.
Fuente: AciPrensa
Publicado por: O.Revette
26/08/2015 5:41pm

lunes, 24 de agosto de 2015

Sínodo: Once cardenales unen fuerzas para defender matrimonio y familia en nuevo libro

Sínodo: Once cardenales unen fuerzas para defender matrimonio y familia en nuevo libro, entre los que se encuentra nuestro Cardenal Jorge Urosa Savino, Arzobispo de Caracas (Venezuela)


Foto referencial Daniel Ibáñez / ACI Prensa

ROMA, 24 Ago. 15 / 10:41 am (ACI).- Con el Sínodo de Obispos cada vez más cerca, once cardenales se han reunido para el lanzamiento de un nuevo libro sobre el matrimonio y la familia, para dar su aporte sobre cómo debe orientarse la pastoral de la Iglesia Católica en este importante tema.
El libro se titula “Once cardenales hablan sobre el matrimonio y la familia” y será publicado en inglés por Ignatius Press. También será publicado en italiano. El editor es el experto en derecho canónico, el sacerdote alemán P. Winfried Aymans.
Los once cardenales que participan de este proyecto son: Carlo Caffarra, Arzobispo de Bologna (Italia); Baselios Clemis, Presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de la India; Joseph Cordes, Presidente Emérito del Pontificio Consejo Cor Unum; Dominik Duka, Arzobispo de Praga (República Checa);Willem Jacobus Eijk, Arzobispo de Utrectht (Holanda); Joachim Meisner, Arzobispo Emérito de Colonia (Alemania), John Onaiyekan, Arzobispo de Abuja (Nigeria); Antonio María Rouco Varela, Arzobispo Emérito de Madrid (España); Camillo Ruini, Vicario Emérito de la diócesis de Roma y expresidente de la Conferencia Episcopal Italiana; Robert Sarah, Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos; y Jorge Urosa Savino, Arzobispo de Caracas (Venezuela).
Programado para octubre, el Sínodo de los Obispos sobre la Familia reunirá a prelados de todo el mundo en el Vaticano y en él se discutirán una serie de importantes temas cuyo debate ya se inició el año pasado.
Si bien buena parte de la discusión se ha centrado en las parejashomosexuales y el acceso a la Eucaristía por parte de divorciados en nueva unión, el libro de estos once cardenales busca mostrar que hay un problema más profundo que se relaciona con la educación en los principios católicos.
Según Ignatius Press, con este libro “once cardenales de distintas partes del mundo han escrito importantes ensayos sobre algunos de los problemas que se van a discutir: el desafío de proporcionar una adecuada preparación en un mundo secularizado, la necesidad de la evangelización y la conversión, la relación entre caridad y verdad; la situación de los divorciados en nueva unión civil y las exigencias de una auténtica atención pastoral”.
Algunas de las preguntas que responden los cardenales son las siguientes: ¿Cómo podemos acompañar mejor a los que han sido abandonados por el cónyuge y siguen fieles al matrimonio? ¿Cómo la preparación del matrimonio puede responder más directamente a la situación de los jóvenes que tienen una pobre catequesis y que han sido fuertemente influenciados por la cultura secularizada?
El tono del debate lo planteó el P. Aymans en un artículo que escribió el 9 de junio para el diario del Vaticano, L’Osservatore Romano, en el que se refirió al “entendimiento teológico del matrimonio” y a la “importancia de la fe en orden para establecer si un matrimonio es nulo o no”.
El experto sacerdote escribió que “en un momento el que el derecho civil abandona el contrato matrimonio a una voluntad que sigue creciendo, la Iglesia debe ser aún más clara” en el anuncio del Evangelio sobre este sacramento.
Ignatius Press señala además que los autores de este nuevo libro “entienden que la doctrina y el ministerio pastoral no se oponen”. “Le dan una mirada sabia y misericordiosa a lo relacionado al compromiso verdadero; y evitan la falsa compasión que compromete la verdad y el amor auténtico”.
Para algunos analistas este nuevo libro va en la línea del libro “Permanecer en la verdad de Cristo: Matrimonio y comunión en la Iglesia Católica”, que fue una respuesta de cinco cardenales al Cardenal alemán Walter Kasper quien defiende la tesis, contraria a la doctrina de la Iglesia, de darles la Eucaristía a los divorciados en nueva unión.
Fuente: AciPrensa
Publicado por: O.Revette
24/08/2015 7:42pm


domingo, 23 de agosto de 2015

Los hijos son la alegría de la familia y la sociedad, no son un “problema”

Papa Francisco: Los hijos son la alegría de la familia y la sociedad, no son un “problema”


Papa Francisco / Foto: Daniel Ibáñez (ACI Prensa)
Papa Francisco / Foto: Daniel Ibáñez (ACI Prensa)

VATICANO, 11 Feb. 15 / 10:09 am (ACI/EWTN Noticias).- “Los hijos son un regalo. Cada uno es único e irrepetible”, por tanto, “no tener hijos es una elección egoísta” y el síntoma de “una sociedad depresiva”, advirtió este miércoles el Papa Francisco durante la Audiencia General al continuar su catequesis sobre la familia, en la que también recordó el deber de honrar a los padres.
El Papa dijo que “la alegría de los hijos hace palpitar los corazones de los padres y reabre el futuro. Los hijos son la alegría de la familia y de la sociedad. No son un problema de biología reproductiva, ni uno de tantos modos de realizarse. Y mucho menos son una posesión de los padres”.
“¡No, no!”, exclamó el Pontífice. “Lo hijos son un don. ¿Entendido?” comentó entre los aplausos de los presentes, en la Plaza de San Pedro este miércoles, Fiesta de Nuestra Señora de Lourdes, a la que asistieron fieles de España, Colombia, Argentina, México y otros países latinoamericanos.
“Una sociedad avara de generaciones, que no ama rodearse de hijos, que los considera sobre todo una preocupación, un peso, un riesgo, es una sociedad depresiva”, señaló.
“Pensemos en tantas sociedad que conocemos aquí en Europa: son sociedades depresivas, porque no quieren hijos, no tienen hijos, la cifra de nacimientos no llega al uno por ciento. ¿Por qué? Que cada uno de nosotros piense y responda. Si una familia generosa de hijos es vista como si fuese un peso, ¡hay algo que no funciona! La generación de hijos debe ser responsable, como enseña también la Encíclica Humanae Vitae del Beato Pablo VI, pero tener más hijos no puede convertirse automáticamente en una elección irresponsable”.
“Es más, no tener hijos es una elección egoísta. La vida rejuvenece y adquiere energías que se multiplican: se enriquece, no se empobrece”, expresó.
Por otro lado, “una sociedad de hijos que no honran a sus padres es una sociedad sin honor; ¡cuando no se honra a los padres se pierde el propio honor!”, destacó. Sería “una sociedad destinada a llenarse de jóvenes áridos y ávidos”.
Durante la catequesis, el Papa tomó “una bonita imagen de Isaías” para reflexionar sobre los hijos, usando las palabras del profeta: “Mira a tu alrededor y observa: todos se han reunido y vienen hacia ti; tus hijos llegan desde lejos y tus hijas son llevadas en brazos. Al ver esto, estarás radiante, palpitará y se ensanchará tu corazón”.
Ésta “es una espléndida imagen de la felicidad que se realiza en el reconocimiento entre los padres y los hijos, que caminan juntos hacia un futuro de libertad y de paz, después de un largo tiempo de privaciones y de separaciones”, indicó el Papa.
Así, “existe un estrecho lazo entre la esperanza de un pueblo y la armonía entre las generaciones” algo que “debemos pensar bien”, añadió después Francisco.
“Los hijos son un regalo. Cada uno es único e irrepetible; y al mismo tiempo de manera inconfundible unido a sus raíces. Ser hijo e hija, en efecto, según el diseño de Dios, significa llevar en sí la memoria y la esperanza de un amor que ha realizado en sí mismo dando vida a otro ser humano, original y nuevo”.
El Papa subrayó que “para los padres cada hijo es único, es diferente, es distinto” y contó una anécdota familiar: “Permítanme un recuerdo de familia. Mi madre decía de nosotros -éramos cinco: 'Tengo cinco hijos'. “Cuando le preguntaban: '¿Cuál es tu preferido?', ella respondía: 'Yo tengo cinco hijos, como cinco dedos. Si me golpean a este, me hacen daño; si me golpean a este otro, me hacen daño: Me hacen daño los cinco. Todos son hijos míos, pero todos diferentes como los dedos de una mano'. ¡Y así es la familia! 'Mis hijos son diferentes, pero todos hijos'”.
El Papa subrayó además que “al hijo se le ama porque es hijo: no porque es guapo, o porque es así o asá; no, ¡porque es hijo!”, volvió a exclamar.
“Un hijo es un hijo: una vida generada por nosotros pero destinada a él, a su bien, al bien de la familia, de la sociedad, de la humanidad entera”.
Y “de aquí viene también la profundidad de la experiencia humana de ser hijo e hija, que nos permite descubrir la dimensión más gratuita del amor, que no termina nunca de asombrarnos”.
El Papa explicó también que “son amados antes de que lleguen”. “Cuántas veces las madres en la plaza me hacen ver su barriga y me piden la bendición... estos niños son amados antes de venir al mundo. Y esto es gratuidad, esto es amor”.
Sobre el mismo tema, comentó que “son amados antes de haber hecho cualquier cosa para merecerlo, antes de saber hablar o pensar, incluso antes de venir al mundo”.
Por tanto, “el ser hijo es la condición fundamental para conocer el amor de Dios, que es la fuente última de este auténtico milagro. En el alma de cada hijo, que es vulnerable, Dios pone el sello de este amor, que se encuentra en la base de su dignidad personal, una dignidad que nadie y ninguno podrá destruir”.
Sobre la actualidad, dijo que “hoy parece más difícil para los hijos imaginar su futuro. Los padres  tal vez han dado un paso atrás y los niños se han vuelto más inseguros al dar pasos hacia adelante”.
Sin embargo, Dios “continúa siguiéndonos con paciencia sin disminuir su amor por nosotros. El Padre celeste no da pasos hacia atrás en su amor por nosotros, ¡nunca! Va siempre adelante y si no puede andar hacia adelante nos espera, pero no va hacia atrás; quiere que sus hijos sean valientes y den pasos hacia adelante”.
Por su parte, los hijos “no deben tener miedo en la tarea de construir un mundo nuevo: es justo para ellos desear que sea mejor que aquello que han recibido. Pero esto se da sin arrogancia, sin presunción. De los hijos se necesita que sepan reconocer el valor, y a los padres se les debe siempre rendir honor”.
Sobre este cuarto mandamiento de honrar a los padres, Francisco señaló que “viene justo después de los que se refieren al mismo Dios. De hecho tiene algo de sagrado, de divino, algo que está en la raíz de cualquier otro tipo de relación entre los hombres”.
“Los hijos aprenden a hacerse cargo de su familia, madurando en el compartir sus sacrificios, crecen apreciando sus dones”.
Tras estas palabras, Francisco pidió un minuto de silencio para que cada uno pensase en sus propios hijos y padres, agradeciendo a Dios el don de la vida”.
“En el multiplicarse de las generaciones hay un misterio de enriquecimiento de la vida de todos, que viene del mismo Dios. Debemos redescubrirlo, desafiando a los prejuicios y vivirlo en la fe, en la perfecta felicidad”.
Fuente: AciPrensa
Publicado por: O.Revette
23/08/2015 9:23pm

sábado, 22 de agosto de 2015

Pastoral para divorciados

Pastoral para divorciados


Parejas de novios en la Plaza de San Pedro (Foto referencial) / Foto: L'Osservatore Romano

Recomendaciones
Pontificio Consejo para la Familia
14 de marzo de 1997

Queremos expresar nuestra fe en el sacramento del matrimonio: unión definitiva de un hombre y una mujer bautizados en Cristo; unión ordenada a la acogida y a la educación de los hijos (ver Gaudium et spes, 48).
Constatamos que el sacramento del matrimonio constituye una riqueza para los mismos esposos, para la sociedad y para la Iglesia. Implica una maduración bajo el signo de la esperanza para los que desean robustecer su amor en la estabilidad y fidelidad, con la ayuda de Dios que bendice su unión. Esa realidad redunda en beneficio también de todas las demás parejas.
En muchos países, los divorcios se han convertido en una auténtica «plaga» social (ver Gaudium et spes, 47). Las estadísticas señalan un crecimiento continuo de los fracasos, incluso entre personas que se hallan unidas en el sacramento del matrimonio. Este preocupante fenómeno lleva a considerar sus numerosas causas, entre las cuales se encuentran: el desinterés, de hecho, del Estado con respecto a la estabilidad del matrimonio y de la familia, una legislación permisiva sobre el divorcio, la influencia negativa de los medios de comunicación social y de las organizaciones internacionales y la insuficiente formación cristiana de los fieles.
Estos «jaques» son una fuente de sufrimiento tanto para los hombres de hoy como, sobre todo, para los que ven que fracasa el proyecto de su amor conyugal.
La Iglesia es muy sensible al dolor de sus miembros: al igual que se alegra con los que se alegran, también llora con los que lloran, (ver Rom 12, 15).
Como ha subrayado muy bien el Santo Padre en el discurso que nos dirigió durante los trabajos de la Asamblea Plenaria: «Estos hombres y estas mujeres deben saber que la Iglesia los ama, no está alejada de ellos y sufre por su situación. Los divorciados vueltos a casar son y siguen siendo miembros suyos, porque han recibido el bautismo y conservan la fe cristiana» (n. 2).
Así pues, los pastores han de mostrar su solicitud hacia los que sufren las consecuencias del divorcio, sobre todo hacia los hijos; se deben preocupar de todos y, siempre en armonía con la verdad del matrimonio y de la familia, traten de aliviar la herida infligida al signo de la alianza de Cristo con la Iglesia.
La Iglesia Católica, al mismo tiempo, no puede quedar indiferente frente el aumento de esas situaciones, ni debe rendirse ante una costumbre, fruto de una mentalidad que devalúa el matrimonio como compromiso único e indisoluble, así como no puede aprobar todo lo que atenta contra la naturaleza propia del matrimonio mismo.
La Iglesia, además, no se limita a denunciar los errores, sino que, según la constante doctrina de su magisterio -reafirmada especialmente en la exhortación apostólica Familiaris consortio (nn. 83 y 84)- quiere hacer uso de cualquier medio para que las comunidades locales puedan sostener a las personas que viven en esas condiciones.
Por esto, nosotros, en la asamblea plenaria del Consejo pontificio para la familia, presentamos las siguientes recomendaciones a los obispos -como moderadores de la pastoral matrimonial-, así como a sus respectivas comunidades. Podrán ser útiles para concretar las orientaciones pastorales y para adecuarlas a las situaciones particulares.
Además, invitamos a todos los que tienen responsabilidades en la Iglesia a un esfuerzo especial con respecto a los que viven las consecuencias de las heridas causadas por el divorcio, teniendo presente:
- la solidaridad de toda la comunidad;
- la importancia de la virtud de la misericordia, que respeta la verdad del matrimonio;
- la confianza en la ley de Dios y en las disposiciones de la Iglesia, que protegen amorosamente el matrimonio y la familia;
- y un espíritu animado por la esperanza.
Ese esfuerzo especial supone una adecuada formación de los sacerdotes y de los laicos comprometidos en la pastoral familiar. El primer signo del amor de la Iglesia es no permitir que caiga el silencio sobre una situación tan preocupante (ver Famiiaris consortio, 84).
Para ayudar a redescubrir el valor y el significado del matrimonio cristiano y de la vida conyugal, proponemos tres objetivos y los correspondientes medios pastorales.
PRIMER OBJETIVO: LA FIDELIDAD
Conviene que toda la comunidad cristiana utilice los medios para sostener la fidelidad al sacramento del matrimonio, con un esfuerzo constante encaminado a:
- cuidar la preparación y la celebración del sacramento del matrimonio;
- dar toda su importancia a la catequesis sobre el valor y el significado del amor conyugal y familiar,
- acompañar a los hogares en su vida diaria (pastoral familiar, recurso a la vida sacramental, educación cristiana de los niños, movimientos familiares, etc.);
- alentar y ayudar a los cónyuges separados o divorciados, que viven solos, a permanecer fieles a los deberes de su matrimonio;
- preparar un directorio de los obispos sobre la pastoral familiar (ver Familiaris consortio, 66), donde aún no se haya realizado;
- cuidar la preparación del clero y en particular de los confesores, para que formen las conciencias según las leyes de Dios y de la Iglesia sobre la vida conyugal y familiar;
- promover la formación doctrinal de los agentes pastorales;
- animar la oración litúrgica para los que atraviesan dificultades en su matrimonio;
- y difundir estas orientaciones pastorales también mediante folletos sobre la situación de los divorciados vueltos a casar.
SEGUNDO OBJETIVO: ACOMPAÑAR A LAS FAMILIAS EN DIFICULTAD
Los pastores deben exhortar en particular a los padres, en virtud del sacramento del matrimonio que han recibido, para que sostengan a sus hijos casados; a los hermanos y hermanas, para que rodeen a las parejas con su fraternidad; y a los amigos, para que ayuden a sus amigos.
Además, los hijos de los separados y de los divorciados necesitan una atención específica, sobre todo en el marco de la catequesis.
Se debe promover también la asistencia pastoral de los que se dirigen o podrían dirigirse al juicio de los tribunales eclesiásticos. Conviene ayudarles a tomar en cuenta la posible nulidad de su matrimonio.
No hay que olvidar que a menudo las dificultades matrimoniales pueden degenerar en drama, si los esposos no tienen la voluntad o la posibilidad de acudir con confianza, cuanto antes, a una persona -sacerdote o laico competente- para que les ayude a superarlas.
En cualquier caso, es preciso hacer todo lo posible para llegar a una reconciliación.
TERCER OBJETIVO: ACOMPAÑAMIENTO ESPIRITUAL
Cuando los cristianos divorciados pasan a una unión civil, la Iglesia, fiel a la enseñanza de nuestro Señor (ver Mc 10, 2-9), no puede expresar signo alguno, ni público ni privado, que significara una especie de legitimación de la nueva unión.
Con frecuencia se constata que la experiencia del anterior fracaso puede provocar la necesidad de solicitar la misericordia de Dios y su salvación. Es preciso que los divorciados que se han vuelto a casar den la prioridad a la regularización de su situación en la comunidad eclesial visible e, impulsados por el deseo de responder al amor de Dios, se dispongan a un camino destinado a hacer que se supere todo desorden. La conversión, sin embargo, puede y debe comenzar sin dilación ya en el estado existencial en que cada uno se encuentra.
SUGERENCIAS PASTORALES
El obispo, testigo y custodio del signo matrimonial -junto con los sacerdotes, sus colaboradores-, con el deseo de llevar a su pueblo hacia la salvación y la verdadera felicidad, deberá:
a) expresar la fe de la iglesia en el sacramento del matrimonio y recordar las directrices para una preparación y una celebración fructuosa;
b) mostrar el sufrimiento de la Iglesia ante los fracasos de los matrimonios y sobre todo ante las consecuencias para los hijos;
c) exhortar y ayudar a los divorciados, que han quedado solos, a ser fieles al sacramento de su matrimonio (ver Familiaris consortio, 83);
d) Invitar a los divorciados que han pasado a una nueva unión a:
- reconocer su situación irregular, que implica un estado de pecado, y a pedir a Dios la gracia de una verdadera conversión;
- observar las exigencias elementales de la justicia hacia su cónyuge en el sacramento y hacia sus hijos;
- tomar conciencia de sus propias responsabilidades en estas uniones;
- comenzar inmediatamente un camino hacia Cristo, único que puede poner fin a esa situación: mediante un diálogo de fe con la persona con quien convive, para un progreso común hacia la conversión, exigido por el bautismo, y sobre todo mediante la oración y la participación en las celebraciones litúrgicas, pero sin olvidar que, por ser divorciados vueltos a casar, no pueden recibir los sacramentos de la penitencia y de la Eucaristía;
e) llevar a la comunidad cristiana a una comprensión más profunda de la importancia de la piedad eucarística, como por ejemplo: la visita al Santísimo Sacramento, la comunión espiritual, la adoración del Santísimo;
f) invitar a meditar en el sentido del pecado, llevando a los fieles a comprender mejor el Sacramento de la Reconciliación;
g) y estimular a una comprensión adecuada de la contrición y de la curación espiritual, que supone también el perdón de los demás, la reparación y el compromiso efectivo al servicio del prójimo.

Publicado en L'Osservatore Romano, edición en castellano, 14 de marzo de 1997.
Fuente: AciPrensa
Publicado por: O.Revette
22/08/2015 3:56pm

Familias en crisis necesitan agentes pastorales y no “técnicos”, afirman en el Sínodo

Familias en crisis necesitan agentes pastorales y no “técnicos”, afirman en el Sínodo


Imagen referencial. Foto: Peter Rukavina (CC-BY-NC-SA-2.0)

VATICANO, 11 Oct. 14 / 09:24 am (ACI/EWTN Noticias).- Los participantes de la Novena Congregación General del Sínodo de la Familia expresaron la necesidad de formar “agentes pastorales” y no “técnicos”, capaces de acercar el Evangelio a los hogares y promover los temas de la familia y la vida “a través de una sólida ‘visión antropológica católica del mundo’”.
Este viernes tuvo lugar la Novena Congregación General con 15 intervenciones (6 de parejas y 9 de auditores), casi todos laicos comprometidos en los ámbitos de la pastoral familiar, la bioética y la ecología humana. Procedentes de diferentes países y en representación de casi todos los continentes los auditores han llevado al Aula su testimonio vivo, de apostolado familiar en la vida cotidiana.
La Santa Sede informó que entre los puntos destacados por los auditores “fue la necesidad de que la Iglesia escuchase más a los laicos a la hora de buscar soluciones a los problemas de las familias, en particular en lo que respecta a la esfera de la intimidad de la vida matrimonial”.
“Por esta razón, se hizo hincapié en la importancia de la sinergia entre el mundo académico y el mundo pastoral, para no formar ‘técnicos’, sino agentes pastorales que conozcan y sepan promover los temas de la familia y de la vida, a través de una sólida ‘visión antropológica católica del mundo’”, señalaron.
“Los jóvenes –señalaron-, no necesitan tanta teoría pero entienden muy bien la centralidad de la familia cuando la demuestran sus miembros, testigos creíbles y sujetos de evangelización. Para ello, se ha insistido en acompañar a las parejas con una pastoral adecuada, incluso después del matrimonio y no sólo antes.
Asimismo, indicaron que también se requiere que los sacerdotes se formen permanentemente “en los temas de la familia, en particular, la apertura a la vida, para que puedan explicar y hablar con naturalidad y claridad del amor conyugal”.
“Se ha observado que si la planificación familiar natural se explica en detalle, destacando el valor positivo, se fortalece la vida de la pareja. En este contexto, se recordó que las homilías, bien preparadas, fomentan la participación de los fieles en la celebración de la Misa”.
Además, “los auditores subrayaron la necesidad de un mayor diálogo entre la Iglesia y el Estado, también a través del compromiso de fieles laicos que, lejos de ambiciones personales, sean capaces de promover la protección de los derechos de la familia y la defensa de la vida, trabajando en pro de un Estado de rostro humano. Los laicos deben ser activos y competentes en la defensa pública de los valores de la vida y la familia”.
Los auditores también recordaron el papel fundamental de la Iglesia de acompañar a los huérfanos, viudas y a los padres que pierden un hijo, “para que no se sientan desarmados frente a la profunda angustia de la pérdida, al temor de un ‘desierto’ de los afectos, sino que permanezcan firmes en la fe”.
Por último, se hizo hincapié en la necesidad de la comunicación dentro de la familia, porque la compartición entre los cónyuges, así como también en la educación de los hijos y sobre todo la oración en el hogar, contribuyen a fortalecer el núcleo familiar.
Fuente: Aciprensa
Publicado por: O.Revette
22/08/2015 3:53pm

Vaticano: Jóvenes se verán atraídos al sacerdocio si ven presbíteros coherentes

Vaticano: Jóvenes se verán atraídos al sacerdocio si ven presbíteros coherentes


Vaticano: Jóvenes se verán atraídos al sacerdocio si ven presbíteros coherentes

VATICANO, 25 Jun. 12 / 10:14 am (ACI/EWTN Noticias).- Esta mañana fue presentado en la Santa Sede el documento "Orientaciones pastorales para la promoción de las vocaciones al ministerio sacerdotal", que señala que el testimonio coherente y feliz de los presbíteros es uno de los requisitos necesarios para que más jóvenes se sientan llamados a la vocación sacerdotal.
En la presentación participaron el Prefecto de la Congregación para la Educación CatólicaCardenal Zenon Grocholewski, así como Mons. Jean-Louis Brugués y Mons. Angelo Vincenzo Zani, secretario y subsecretario de este dicasterio respectivamente.
El Cardenal Grocholewski afirmó que "el cuidado de las vocaciones alsacerdocio, es un reto permanente para la Iglesia". En ese sentido, el documento, que consta de tres partes, examina la situación actual de las vocaciones y la pastoral encargada de ellas, analiza la identidad del ministerio sacerdotal y propone sugerencias para la animación pastoral de las vocaciones.
La primera parte señala que la disminución demográfica y la crisis de lafamilia; la difusión de la mentalidad secularizada; así como las difíciles condiciones de vida y del ministerio del sacerdote, son razones que contrastan la pastoral vocacional, evidentes, sobre todo en las Iglesias de antigua tradición cristiana de Occidente:
"Considerando dichas dificultades se enumeran las condiciones necesarias para que la gracia de la llamada encuentre un terreno fértil en la Iglesia y la apertura de los jóvenes a la vocación sacerdotal: encontrar un terreno fecundo de vida cristiana en la comunidad eclesial; la función insustituible de la oración; el valor de la pastoral integrada; un nuevo empuje de evangelización y misión; el papel central de la familia; el testimonio coherente y feliz de los presbíteros; la eficacia educativa de las experiencias de voluntariado; el valor de las escuelas y universidades", señaló el Cardenal.
Por su parte, Mons. Bruguès advirtió de "la tendencia a una transformación progresiva del sacerdocio en profesión u oficio" que puede llevar aparejada la "peligrosidad del activismo exasperado; el creciente individualismo que, no con poca frecuencia, encierra al sacerdote en una soledad negativa y deprimente; la confusión de funciones en la Iglesia que se determina cuando se pierde el sentido de la diferencia de competencias y de responsabilidades y no se aúnan los esfuerzos para la colaboración en la única misión confiada al Pueblo de Dios".
Ante ello, recordó que la vocación al sacerdocio se enmarca "en el ámbito del diálogo de amor entre Dios y el ser humano", que si bien es el mismo de cualquier vocación cristiana, "asume los rasgos característicos de la llamada a una relación típica, estable y muy exigente con Jesús mismo, único modelo del sacerdocio del Nuevo Testamento".
"Esta relación, nueva y específica con Jesús, hace entrar al llamado en una relación igualmente nueva y específica con la comunidad cristiana", afirmó.
El documento señala que para una adecuada formación sacerdotal es necesaria "una prolongada experiencia de vida comunitaria para evitar nuevas formas de clericalismo, centralismo pastoral, o de servicios pastorales a tiempo parcial, o según las necesidades individuales".
Asimismo, "una plena integración y madurez afectiva porque hay que evitar propuestas vocacionales a los sujetos marcados por profundas fragilidades humanas; amplia y dócil participación en el contexto eclesial caracterizada por un amor concreto por la propia Iglesia particular y por (...) una apertura generosa a la dimensión universal de la misión; el papel decisivo de los 'acompañantes vocacionales'; la propuesta de figuras sacerdotales ejemplares".
Finalmente, Mons. Zani indicó que este documento reitera "que el campo fecundo de la siembra vocacional es una comunidad cristiana que escucha la Palabra, reza con la liturgia y testimonia la caridad".
El texto, indicó, "dirige a toda la Iglesia un llamamiento para reanudar con confianza su compromiso educativo para la acogida de la llamada de Dios al ministerio sacerdotal, que aún hoy debemos considerar difundido por su Providencia, y adecuado a las necesidades eclesiales y de la evangelización del mundo".
Fuente: Aciprensa
Publicado por: O.Revette
22/08/2015 8:58am